"Existe la eutanasia "deliberada", la que se practica por el personal sanitario, solos o en equipos, que el paciente haya expresado o no su deseo de morir. Estos gestos encuentran su raíz en el fracaso frente a la enfermedad y el deseo de seguir siendo el actor, de "hacer algo"- "hemos fracasado frente a la enfermedad, no perdamos el dominio de la muerte". Es un aspecto del poder médico que los médicos católicos rechazan e intentan hacer evolucionar desde hace mucho (cf obras del Padre Verspieren y la revista "Médecine de l’homme). Existe la eutanasia "pasiva", consecuencia de la falta de acompañamiento. Las familias, pero también el personal sanitario a veces, "sin medios", no saben empujar, abrir la puerta de la habitación de un moribundo. No saben que ESTAR junto a un enfermo grave, es darle lo que más necesita : la vida de los demás(...). Hay un acompañamiento que se funda:

• sobre la esperanza de una vida más allá de la vida
• pero sobre todo sobre la certeza de que vivimos ya en el Reino, en el que el moribundo, el enfermo grave, también tiene su lugar.

Su vida, la vida que le queda durante algunas horas, algunos días o algunos meses, tiene un sentido. Esta vida que se acaba va a permitirle hacer todavía grandes cosas: reconciliarse con alguien, con el Señor, o ser icono para otro...

Un dirigente de empresa me pidió hace seis meses que le ayudara a terminar deprisa. Tenía un arma con él, pero la ayuda de un médico hubiera sido reconfortante para él. A lo largo de los últimos meses de su vida cada vez más difícil, dolorosa, sin Dios, la petición se repitió varias veces y, cada vez, yo le animaba a esperar un poco más. Se murió la noche de Navidad enmedio de sus hijos, con los que acababa de reconciliarse.

Me impresionó mucho el que todos los participantes de una emisión de televisión sobre este tema estuvieran de acuerdo en que el acompañamiento de un moribundo, incluso del que pedía antes un gesto definitivo, bastaba para que no reiterara su petición. Los moribundos nos piden la esperanza."

Reflexiones de Olivier Delassus, cirujano