¿RESURRECCION O REENCARNACION? |
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La rencarnación Es la creencia en existencias corporales y terrenas sucesivas. La idea de la reencarnación responde a dos deseos fundamentales del hombre : por un lado, el deseo de purificación del mal, por otro lado, el deseo de eternidad. Las tradiciones, creencias, filosofías y prácticas orientales como el hinduísmo, el budismo, el zen o el yoga ponen el acento en la necesidad de purificarse del mal y desprenderse de lo que es material, sensual, afectivo, incluso identificativo : el ideal es perderse o identificarse con el gran Todo, sin pensar en nada más. La Nueva Era y la mayoría de las nuevas religiosidades ponen el acento más bien en el Yo que contiene una parcela de lo divino y que va a recomenzar diferentes existencias. Así, puedo continuar a ser, tengo un futuro más allá de la muerte. Y, en ese pasado imaginario, puedo haber sido una reina o un héroe. La resurrección Es el don de una vida eterna de amor, en la compañía de Dios, el "Cielo", después de la muerte. Se acoge a esta resurrección acogiendo voluntariamente el amor de Dios que nos perdona, nos purifica para permitirnos amar de modo perfecto. En ese amor perfecto, la felicidad no tiene fin. El deseo de purificación "Hago el mal que no quiero, y no hago el bien que quisiera". Esta es la constatación que cada uno hace o puede hacer. San Pablo, uno de los primeros discípulos de Cristo, ha explicado bien esta percepción ética fundamental. ¿Cómo responder a ese deseo de bien, de inocencia? El que hace el mal, el que participa aunque sea poco al mal, ¿puede decirse "inocente de todo mal"? Y si el mal existe en el mundo, si yo no soy "inocente de todo mal", ¿seré entonces yo responsable del mal en el mundo?
Los ciclos de reencarnaciones sucesivas me permiten, según las doctrinas orientales, purificarme progresivamente del mal. En cada existencia reencarnada, a través de mis esfuerzos, puedo ser "menos malo", más inocente del mal; así me reencarnaré en un grado superior.
La purificación del mal, para los cristianos, no reposa en una serie de existencias más o menos largas. Es un don de Dios, que nos recrea buenos, perdonándonos. Dios, que es amor y bondad, me da de modo gratuito. Es lo que llamamos "la gracia" de llegar a ser bueno e inocente. Dios, inocente de todo mal, nos hace participar de su inocencia.
El deseo de eternidad Sí, nos repugna la idea de la muerte, renunciamos al "no existir" un día. El fabulista La Fontaine muestra en la fábula La muerte y el leñador, esta actitud fundamental del hombre. Tener miedo de la muerte es normal, no estamos hechos para la muerte (ver pregunta 6). Pero más que el miedo de la muerte, es el deseo, el sentimiento de "existir" para alguien, de ser amado para siempre lo que nos hace buscar una escapatoria a la muerte, a la nada. Es a ese deseo fundamental, parte constitutiva del hombre, y por lo tanto legítimo, al que responden a su manera "reencarnación" y "resurrección".
La reencarnación es la idea de que reviviremos en otro tiempo y en otros cuerpos. Pagando, llegado el caso, por nuestras faltas pasadas, nos reencarnaremos entonces, en un hombre de rango social inferior. Algunas doctrinas hablan incluso de la reencarnación en animales. Esta idea está muy de moda, y los que creen no se preocupan ni de la verosimilitud ni de la veracidad. La única demostración se basa en la idea de la Nueva Era que dice que yo soy, que nosotros somos, cada uno, una parcela de lo divino, por lo tanto, inmortales. El mundo mismo es inmortal. Dios es el mundo entero, con nosotros, y nada más que el mundo. Es el "Panteísmo". (Pan : todo; theos : Dios)
Los cristianos, de acuerdo con los filósofos en este punto, no piensan que el mundo es Dios. No creen que nosotros, mortales, podamos darnos a nosotros mismos una vida después de la muerte. Creen que Dios es "exterior al mundo", y que no está sometido ni al tiempo ni al espacio. No empieza, no acaba, está eternamente presente y vivo. Es él el que, por amor, ha creado al hombre, y él el que, por amor, le llama más allá de la muerte, a vivir, con él, en una felicidad sin fin : la vida eterna. Esta no es una sucesión de reencarnaciones y no está en el mundo del tiempo ni del espacio. La resurrección es el don de Dios que nos hace pasar las puertas de la muerte, con su hijo Jesucristo, porque nos ama.
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