En el purgatorio, el alma es purificada. La Biblia dice que "se pasa como por el fuego". ¡No tiene que ser exactamente la felicidad! Pero el alma sabe que está en camino hacia Dios y esta esperanza la sostiene. Sabe que está de manera definitiva en la misericordia de Dios, incluso si tiene que sufrir este "ajuste" en el amor. Se ve también sostenida por el amor y la oración de todos los miembros de la Iglesia: es la realidad de la "comunión de los santos".

No se puede hablar de duración, sino por analogía. No es el tiempo de aquí, el tiempo de la tierra, la duración de los días y de las horas. Pero las almas del purgatorio experimentan un cambio, puesto que la purificación les conduce de un estado a otro. Lo único que sabemos con certeza es que se les promete el Cielo a través de una prueba.

¿DÓNDE ESTÁ EL PURGATORIO?

A nuestra condición humana, sometida al tiempo y al espacio, le cuesta imaginar un purgatorio sin situarlo en un lugar. En el purgatorio, el alma, en espera de la unión con Dios, está separada del cuerpo. No está en un espacio sensible. No se puede hablar, pues, del purgatorio como de un lugar , sino como un "estado", transitorio por suerte, puesto que es, en cierto modo, "una preparación para ir al Cielo".