50 cuestiones
50 cuestiones
¿Que sentido tiene la vida de una persona discapacitada?
¿Que puede aportar al mundo?

Si evaluamos el valor de una vida mediante criterios como la eficacia, la productividad, la economía, lógicamente llegaremos a la siguiente conclusión: la sociedad tiende a eliminar a los discapacitados que, no sólo no son rentables, sino que cuestan muy caros porque necesitan muchos cuidados.

Sin embargo, podemos dar testimonio de que muchos de ellos hacen que el mundo se enriquezca con su sencillez, su verdad, su autenticidad, su capacidad de llegar a los demás, su sencilla, y a menudo contagiosa, fe. Incluso cuando se trata de una persona con grandes limitaciones, sigue siendo una persona única, sedienta de amor y capaz de amar.

Los cristianos creemos también que es una persona creada a imagen de Dios, llamada a compartir un día su Gloria y en quien desde ahora reside el Señor..

Podemos continuar perpetuando una "selva" en que se elimina a los débiles o bien entrar en un mundo de comunión en que cada uno tiene su lugar y su entrega irremplazable.

El pequeño hace aflorar lo mejor de nosotros, nos invita a amar y a entregarnos. En lo que respecta a cómo reaccionar ante la persona disminuída,, recordemos que "valemos lo que vale nuestro corazón"

Testimonio

Hemipléjica de nacimiento a causa de una negligencia de la comadrona, acabo de cumplir 48 años. Afortunadamente esta deficiencia no me ha impedido amar la vida, estudiar normalmente y participar en múltiples actividades. Tampoco he dudado en afrontar riesgos que en mi estado debería no haber corrido ¡Incluso cogía el tren en marcha para no llegar tarde a clase! Pero en el fondo de mi corazón guardaba un sentimiento de rencor hacia la persona que me había convertido en una enferma.

Sentí la llamada de la vocación religiosa y entré en la Orden de la Visitación en 1970. Un año más tarde sufrí la amputación de una pierna. Se trataba de una nueva dificultad que debía superar. Mi sentimiento de rebeldía contra esa persona creía cada vez más. En la actualidad ya no puedo llevar aparatos. Mi invalidez sigue creciendo y debo vivir continuamente postrada en una silla de ruedas.

Pero Dios es lo más fuerte. Hace algunos meses conseguí perdonar de todo corazón a esa persona, gracias a dos artículos aparecidos en la revista "Il est vivant" (Vive). Desde entonces creo que mi vida es magnífica tal como es y experimento una paz interior incomparable. Me pregunto si sin mi discapacidad hubiera podido experimentar semejante proximidad de Dios.

Sí, la vida, por difícil que pueda parecer a veces, vale la pena de vivirla ¡Os invito a todos a mi cien cumpleaños, me muero de ganas de celebrarlo!

Sor Claudia


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