50 cuestiones |
¿No será el demonio una invención para disculpar nuestras debilidades?
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Desde su creación, el Universo se enfrenta
al misterio de la unicuidad.
"El mal no es únicamente una deficiencia", explica Pablo VI, "sino
una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Es el
enemigo número uno, el tentador por excelencia. Sabemos que este ser
obscuro y turbador existe de verdad y que actúa aún hoy con
una astucia traidora, es el enemigo oculto que siembra errores y desgracias
en la historia humana" ¡Su suprema astucia es hacer creer que no existe!
El demonio es, pues, una criatura de Dios. Creado bueno y libre, se rebeló contra Él. Su objetivo es destruir la obra de Dios, desfigurar y aniquilar la creación. El pecado no sólo deriva de nuestras flaquezas, encuentra su origen en aquél que es el Tentador: la muerte, el sufrimiento y el mal son pues causados directamente por el que homicida desde el principio, el que quiere anular la relación del hombre con Dios.
Pero Jesús, por el poder de la Cruz, ha vencido el mal. Es el Salvador de toda la humanidad y su resurrección es el signo de la victoria definitiva de Dios sobre el poder de las tinieblas, al final de la Historia.
En lo que se refiere
a nosotros, el demonio no ceja en su intento de conducirnos al pecado con
nuestra complicidad o la de la sociedad. Existen en nosotros algunas malas
inclinaciones. No son solamente tendencias negativas, sino que, más
profundamente, tienen su causa en el pecado original. Así, la sexualidad
desordenada, la toxicomanía, la violencia exacerbada, la pornografía
son actitudes que hieren a la vez al hombre, a la creación y a Dios
mismo.
Son realidades que reflejan una profunda desesperación y que muestran
en qué infierno, en qué alienación de su propia libertad
puede caer el hombre en la tierra cuando desconoce -u olvida- que ha sido
creado por Dios a su imagen y semejanza, por amor y para amar.