50 cuestiones
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¿Se desvanece el amor con el tiempo?

El amor es fuerte como la muerte, implacables como el infierno, los celos; sus brasas, brasas ardientes y un volcán en llamas. Las muchas aguas no han podido extinguir el amor...

Poema de amor de la Biblia: Cant. VIII, 6

Muchos jóvenes se preguntan ¿Por qué seguir juntos, cuando ya no hay amor?. Es una buena pregunta. Pero, ¿no sería mejor intentar que los problemas de la vida no apaguen la llama de nuestro amor?

Lo cierto es que, experimentar desde el principio ciertos aspectos del matrimonio - relaciones sexuales, vida en común, etc.- impide muchas veces que se profundice en el amor, que se deje de construir la relación, que se desvirtúe.

¿Quién es la persona a quien amo? ¿Quién soy yo ahora? ¿Hasta qué punto estoy dispuesto a entregarme al otro? Es necesario descubrirse, conocerse antes de sellar una alianza y de unirse. El amor no es solamente la chispa del sentimiento, el flash de un flechazo. El amor es una llama capaz de resistir contra viento y marea. Un amor así es posible: si nos lo proponemos, podemos hacerlo realidad ¿cómo? El amor no se reduce a amar o no amar. El vínculo del amor se basa en una decisión recíproca.

¿Pero, se desvanece el amor? Depende. Depende mucho de cómo nos amemos y sigamos amándonos. El destino no existe. Un hijo de divorciados no está condenado al divorcio. Al igual que los demás hombres, es una persona única, capaz de amar y de ser amado. Puede construir una relación, profundizar un amor, perdonar y ser perdonado.

¿Cómo impedir que el amor se desvanezca?

Haciéndolo crecer.

Amar no es solamente tener relaciones físicas o sonreír cuando se está de buenas. Amar es hacer que el amor crezca: querer el bien del otro, ver todo lo que hace bien y no fijarse sólo en lo que hace mal. Se trata de hacer feliz al otro. Dar gratuitamente...

Para hacerlo crecer, hay que volcarse en el amor.

No hago el bien que quiero; antes bien el mal que no quiero (cf. Rom. VII, 19). Eso es el pecado. Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, amor y matrimonio iban juntos. Sin embargo, eso no es siempre de por vida. Si atendemos a las explicaciones que nos da Dios, comprendemos que las cosas no siempre van siempre unidas al pecado original (ver cuestión 31), es decir, a nuestra tendencia a hacer el mal, a pecar. Las peleas, las discusiones, el ignorarse mútuamente y el egoísmo llevan a que el amor se desvanezca. Dios nos dice que nos volquemos en el amor respetando siempre nuestra libertad, que reconozcamos nuestros errores, que volvamos a empezar, que encendamos de nuevo la llama del amor de Dios.

El sacramento del matrimonio proporciona la capacidad de reafirmar el amor dando amor (ver cuestión 15).


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