50 cuestiones
50 cuestiones
¿Acaso tener relaciones sexuales antes del matrimonio
no es una manera de conocerse mejor?

Si el amor físico fuese una cuestión técnica, las experiencias preliminares serían imprescindibles. Pero una cosa no tiene nada que ver con la otra. El éxito sexual depende, en primer lugar, de la calidad del amor y de la relación. Hay que aprender a amar y no a hacer el amor. En lugar de servir de preparación para el amor, las relaciones sexuales antes del matrimonio pueden herir a uno u otro.

En efecto, el sexo acelera la evolución de la relación ya que crea muy pronto la necesidad de vivir juntos. En estas circunstancias, es mucho más difícil plantearse si la elección es la adecuada o, eventualmente, si se debe interrumpir la relación. Sucede también que en la pareja el sexo desplaza al cariño y la comunicación del lugar que deberían ocupar, el lenguaje de los cuerpos sustituye al diálogo profundo. Como aún no existe compromiso, puede sentirse también miedo a entregarse a alguien que no nos acepta plenamente o que no estaría en condiciones de asumir la eventual llegada de un hijo.

Por otro lado, no tener relaciones sexuales antes del matrimonio fortalece la castidad. La castidad, manifestación de mi profundo sentido de la dignidad, representa también un respeto hacia la diferencia del otro y su derecho a ser él mismo. Es renunciar a toda idea de poder sobre el otro y aceptar que es necesario su consentimiento. Es también transparencia, porque permite que el cuerpo sea signo inequívoco pero puro del amor.

Por último, la castidad supone reservarse para entregarse completamente. La mujer que se entrega por completo a su marido, es casta. El joven que se reserva hasta encontrar la mujer a quien se entregará completamente, es casto. Actualmente, no es que la virginidad sea un valor muy en alza. Sin embargo, muchos querrían conservarla para el día en que descubren el gran amor, el amor de su vida. Así pues, la castidad es reflejo de un amor que quiere entregarse totalmente, con un profundo respeto al otro.

Por todo eso, es y será siempre una virtud moderna.

Testimonio

Paulina : Juan y yo vivimos juntos cuatro años antes de que un compañero de trabajo nos invitara a una preparación al matrimonio en su parroquia.

Juan : Nos sorprendimos al ver que allí las parejas daban tanta importancia a la oración. Parecía que les unía tanto que decidimos probarlo.

Paulina : Está claro que no teníamos ni idea de cómo hacerlo. Una noche, Juan sugirió que nos diésemos la mano y recitásemos cada uno un Padrenuestro mentalmente. ¡Fue nuestra primera oración en común!

Juan : Pero a medida que pasaba el tiempo, Paulina se dio cuenta de que algo no iba bien : ya no podíamos seguir viviendo juntos sin unirnos primero ante Dios y ante los hombres. ¡Teníamos la impresión de ser pasajeros clandestinos! Decidimos, pues, separarnos hasta la boda.

Paulina : Juan se quedó en el apartamento y yo me fui a vivir con un amiga. Lo pasé muy mal durante la separación. Cada noche, esperaba ansiosa que me llamara. ¿Por qué volvía tan tarde a casa?, ¿y si había encontrado a otra?

Juan : ¡Cada vez que nos encontrábamos era víctima de un verdadero interrogatorio! ¡Lo pasaba fatal!

Paulina : Me fui dando cuenta de que era culpa de los celos que no me dejaban ser yo misma. Utilizaba a Juan como una muleta que me ayudaba a avanzar en la vida, pero con ayuda de la oración poco a poco fui teniendo más confianza. Una cosa de la que jamás dudé fue de que Juan era el hombre de mi vida. Ahora volvía a estar preparada, pero esta vez con la ayuda de Dios, para entregarle toda mi vida. El matrimonio era para mí el principio de la vida que quería.

Juan : Paralelamente, comencé a darme cuenta de muchas cosas: amaba a Paulina, aunque no me sentía preparado para casarme de inmediato, pero sobretodo vi que necesitaba el amor físico como otros necesitan la droga. Oí una frase en la preparación para el matrimonio que me marcó: La pulsión debe convertirse en deseo y el deseo debe, a su vez, convertirse en amor. ¡Todo un programa!

Paulina : Gracias a esta separación de cuatro meses hemos evolucionado mucho. Nos hemos casado con la confianza de que ¡Dios se ha comprometido con nosotros!


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