50 cuestiones
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¿Es posible el amor a los 90?

Marcelo : Tenemos 89 y 90 años, nos casamos en 1925 y ¡aún nos queremos! ¿Cómo es posible? Es mucho más sencillo de lo que parece. La clave está en nuestra concepción del amor: Amar es ser feliz haciendo feliz al otro ¡es casi egoísta! Los deseos de cada uno que podrían representar un obstáculo para la felicidad del otro dejan de ser lo primordial. Si sólo se piensa en la felicidad del otro no hay razón para que el amor no perdure.

Georgina : Claro que para eso hay que olvidarse en parte de si mismo, lo que no siempre es fácil. Ciertas cuestiones pueden incluso dar lugar a conflictos graves. En nuestro caso, al casarnos estábamos de acuerdo en lo esencial: la religión, la concepción de la familia, la educación de los hijos, los amigos, etc. Esto evita automáticamente muchas discusiones. Quedan los pequeños problemas del día a día que siempre se pueden arreglar si verdaderamente se desea.

En este terreno, la sinceridad es primordial. Es imprescindible poderse decir todo, poder decir espontáneamente lo que no va bien con la esperanza de encontrar juntos una solución que satisfaga a ambos. El silencio no es nunca una solución.

Marcelo : Pero me preguntaréis, ¿cómo hacer feliz al otro en la práctica? Esto también es muy sencillo. Es preciso fijarse en los pequeños detalles. Encontrar siempre la ocasión de demostrar al otro que le queremos y le respetamos profundamente, ya que la amabilidad es básica. Si a todo esto le añadís una buena dosis de humor ¡tenéis una receta infalible!

También nosotros, como todo el mundo, hemos pasado por malos momentos. No como pareja sino en el transcurso de nuestra vida: una primera separación por motivos profesionales durante la cual nos escribíamos todos los días; un problema de salud que inmovilizó a mi mujer durante cuatro meses tras el nacimiento de nuestro tercer hijo; la guerra, que nos separó dos veces seguidas y en este caso no hubo correspondencia posible a excepción de dos tristes postales al mes; la quiebra de mi empresa, etc. Pero, en nuestro caso, los avatares de la vida no han hecho peligrar nunca nuestra relación. Al contrario, nos han unido aún más.

Georgina : Para nosotros, una de las cosas que más nos han unido han sido nuestros hijos. Y ahora también nuestros nietos y bisnietos, porque también les queremos y nos preocupamos por ellos..

Marcelo : En 67 años, nuestro amor ha evolucionado, claro está. Lo que sentimos ahora el uno por el otro es diferente de la emoción de cuando nos conocimos o del amor apasionado de los primeros años de matrimonio. Pero eso no quiere decir que haya disminuido. Todo lo contrario, diría incluso que se ha ido enriqueciendo día tras día gracias a todos los recuerdos comunes y a este conocimiento tan profundo que tenemos el uno del otro.

Georgina : ¿Estábamos hechos el uno para el otro? No sé si la expresión es correcta, creo más bien que nos hemos hecho el uno al otro. Hemos evolucionado juntos, uno gracias al otro.

Tenemos la gran suerte de estar aún los dos vivos y de no padecer enfermedades demasiado graves. Yo no veo gran cosa y mi marido no oye bien pero, tal como nos decía una amiga hace poco : ¡Estáis tan unidos, que dos ojos y dos orejas bastan para los dos!


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